domingo, 10 de febrero de 2008

Adiós Ojos Rosas

Era una tarde lluviosa, yo en el asiento del piloto, Alaska en el del copiloto, los dos por última vez en el auto, Alaska me explicaba por qué el frío te congela, por qué la noche es oscura, por qué los humanos no conocen el amor y por qué la lluvia siempre cae sobre tu rostro. Yo, paralizado, con los ojos secos y el corazón retorcido, nauseas, dolor, manos temblorosas. Ella hablaba y yo trataba de entenderla, pero Alaska es la ecuación de la vida, no basta ser un genio. Bajamos del auto y nos dijimos adiós con un beso. Alaska se fue una vez más, yo vuelvo a la soledad que es mi destino y mañana tendré que levantarme una vez más.














.Toda la semana estuve pensando en esta frase, “Y un día el mundo cambió”.